Mecánica Cuántica y Consciencia
Como se indicó anteriormente, en la mecánica cuántica existe una propiedad conocida como entrelazamiento o conexión no local. Alain Aspect estableció que el universo en su nivel más básico es no-local. Esto demuestra que la información no necesita viajar del punto A al punto B porque no necesita viajar en absoluto. [Aspect, 1982]
El entrelazamiento es la forma en que dos o más partículas (materia-energía), que compartieron un origen común, mantienen una correlación entre algunos de sus estados, incluso si estas partículas están separadas grandes distancias. Es como si el espacio-tiempo entre dos partículas entrelazadas ni siquiera existiese (tal y como lo entendemos en el mundo macroscópico). En cierto sentido, los seres vivos podrían estar en entrelazamiento macroscópico cuántico con la tierra, porque compartieron sus elementos (átomos y partículas) con esta.
En septiembre de 2009, Deepak Chopra entrevistó al físico Dr. Michio Kaku, y comentó sobre este fenómeno no local, diciendo: «Sabes, cuanto más escucho sobre el entrelazamiento cuántico, suena como un descripción matemática de omnisciencia, omnipresencia, omnipotencia», a lo que el Dr. Kaku respondió: «Eso es a lo que conduce. Su teoría dice que existo porque miras, alguien te mira para que existas, entonces, ¿quién mira?, ¿quién nos mira? Bueno, Dios.
La propiedad del entrelazamiento macroscópico cuántico (de reciente confirmación experimental; ver «entrelazamiento macroscópico») es una clara evidencia en apoyo de la «Consciencia Unitaria» (Ver Consciencia Transpersonal o Trascendental). Demuestra que el mundo de la forma (espacio-tiempo y materia-energía) está precedido por una mente «detrás de escena». ¿De qué otra manera podrían interactuar estas partículas si no existiera un «Campo Unificado de Consciencia» o un «Campo de Información»?
En la interpretación de Copenhague [Bohr, 1927] de la mecánica cuántica, la consciencia (observación) puede afectar el mundo físico que nos rodea. Según esta interpretación, mientras no haya consciencia observando un sistema (un sistema de partículas, etc.), entonces el sistema evolucionará en el tiempo según la ecuación de Schrödinger [Schrödinger, 1935]. Sin embargo, en el momento en que un observador consciente observa el sistema, repentinamente deja de obedecer las leyes de la mecánica cuántica y, en lugar de estar en una superposición de estados, se ajusta a un estado (colapsa o reduce). En esencia, el acto de observación crea una realidad definida.
A mediados de la década de 1990, se propuso que la consciencia podría depender de procesos cuánticos coherentes (función de onda como superposición de otros estados puros) biológicamente ‘orquestados’ en colecciones de microtúbulos dentro de las células cerebrales (neuronas y neuroglía)
Estos procesos cuánticos, de forma cooperativa, regularían la actividad sináptica tripartita (neurona presináptica, neurona postsináptica y astrocito), siguiendo una evolución temporal según el formalismo de Schrödinger.
El proceso termina de acuerdo con el esquema de ‘colapso’ o ‘reducción objetiva’ (OR) del estado cuántico (función de onda)
Penrose y Hameroff propusieron que la actividad OR orquestada (Orch OR) ocurriría para dar como resultado momentos de consciencia o elección consciente.
La forma OR está relacionada con los fundamentos de la mecánica cuántica y la geometría del espacio-tiempo, por lo que Orch OR sugiere que existe una conexión entre los procesos biomoleculares del cerebro (proteínas MAPs de los microtúbulos celulares del tejido nervioso) y la estructura básica del universo. [Penrose. Hameroff. 2014]
Teniendo en consideración resultados experimentales recientes en el área de la biología cuántica, Penrose y Hameroff publicaron en 2013 en la revista Physics of Life Reviews una serie de revisiones sobre su teoría, sobre todo a partir del descubrimiento de vibraciones cuánticas a temperaturas cálidas en los microtúbulos del interior de las células cerebrales. Una prueba que, según ellos, corrobora su hipótesis. [Penrose. Hameroff. 2014]
Así y todo, las teorías de reducción objetiva de Penrose son de difícil constatación empírica. [Popper, 1957] y [Popper, 1967]
Tal vez, el comportamiento del cerebro pudiera ser más parecido a una computadora cuántica. Concretando más, en lugar de operar en un sistema estrictamente binario de «encendido» y «apagado» («1» y «0»), el cerebro humano trabaja con cálculos que están en una superposición de diferentes estados cuánticos al mismo tiempo. Podría tener el funcionamiento de los 0 y 1 al mismo tiempo. Sin olvidar que las computadoras se ejecutan mediante algoritmos programados.
Penrose profundiza en los orígenes de las computadoras (ordenadores), abordando el trabajo de Alan Turing, quien desarrolló un dispositivo llamado «máquina universal de Turing», que es básicamente la base de la computadora moderna. Sin embargo, Penrose argumenta que tal máquina de Turing puede tener algunas limitaciones, pero eso no significa que el cerebro también las tenga. Específicamente, cualquier algorítmico está limitado por los famosos «teoremas de incompletitud» formulados por Kurt Gödel a principios del siglo XX. Estos sistemas nunca pueden probar su propia consistencia o inconsistencia. Sin embargo, la mente humana puede probar algunos de estos resultados.
Por lo tanto, según Penrose, la mente humana no puede ser un sistema algorítmico que se pueda simular en una computadora. Durante años se ha tratado de desarrollar una computadora digital que imite el cerebro sin lograrlo, sin importar cuán complejo sea el algoritmo utilizado. Penrose propuso junto con Hameroff que el mecanismo físico de las interacciones físicas cuánticas en el cerebro utiliza los «microtúbulos» dentro las células del tejido nervioso (del SNC); aunque muchos neurocientíficos (y físicos) han expresado su escepticismo ante ese papel de los microtúbulos.
Según el psicólogo y filósofo Thich Nhat Hanh en «The Four Layers of Consciousness» (Las cuatro leyes de la consciencia) 2018: «La consciencia mental es el primer tipo de consciencia. Utiliza la mayor parte de nuestra energía. La consciencia de la mente es nuestra consciencia ‘en funcionamiento’ que hace juicios y planes; es la parte de nuestra consciencia que se preocupa y analiza. Cuando hablamos de consciencia mental, también estamos hablando de consciencia corporal, porque la consciencia mental no es posible sin el cerebro. El cuerpo y la mente son simplemente dos aspectos de la misma cosa. El cuerpo sin consciencia no es un cuerpo vivo real. Y la consciencia no puede manifestarse sin un cuerpo».
Anteriormente se comentó que, según trabajos de A Kiesel del la Universidad de Freiburgo realizados en 2020, el inconsciente, que no pertenece al plano de lo consciente, podría procesar cerca del 95% de la información mental. [Kiesel, 2020]
“La teoría cuántica puede no ser intuitiva en absoluto cuando se utiliza para describir el comportamiento de una partícula, pero en realidad es bastante intuitiva cuando se utiliza para describir nuestras mentes, normalmente inciertas y ambiguas (sobre todo en el plano inconsciente)", explicó en 2016 la científica Zheng Wang de la State University de Ohio (USA).
Volviendo al trabajo de Wang, podemos leer: “Gran parte de nuestra comprensión del pensamiento humano se basa en modelos probabilísticos. En nuestro trabajo, junto con Jerome R. Busemeyer y Peter D. Bruza, sostenemos que, en realidad, las estructuras matemáticas subyacentes de la teoría cuántica proporcionan una explicación mucho mejor del pensamiento humano (del que el 95% podría ser un procesamiento inconsciente) que los modelos tradicionales. Presentan los fundamentos para el modelado de sistemas dinámicos probabilísticos utilizando dos aspectos de la teoría cuántica. La primera, ‘contextualidad’, es una forma de comprender los efectos de interferencia que se encuentran con inferencias y decisiones en condiciones de incertidumbre. El segundo, el ‘entrelazamiento cuántico’, permite modelar los fenómenos cognitivos de formas no reduccionistas (no-locales). El empleo de estos principios extraídos de la teoría cuántica nos permite ver la cognición y la decisión humanas desde una perspectiva totalmente nueva. Al presentar los principios básicos de una manera fácil de seguir, este libro no asume un trasfondo de física o un cerebro cuántico y viene completo con un tutorial y aplicaciones completamente desarrolladas en áreas importantes de cognición y decisión.” [Wang, 2016]
Un efecto de interferencia ocurre cuando la probabilidad de la unión de dos caminos posibles es menor que cada camino individual por sí solo. Se derivan las probabilidades de elección y la distribución del tiempo de respuesta de elección para el modelo cuántico, y las predicciones se contrastan con el modelo de Markov.
Un modelo de Markov es un modelo estadístico en el que se asume que el sistema a modelar carece de memoria, lo que significa que la distribución de probabilidad depende únicamente de su valor presente, siendo independiente de la historia de dicha variable.
A primeros de 2017 los científicos Dirk K. F. Meijer y Hans J. H. Geesink de la Rijksuniversiteit Groningen (Universidad de Groninga) en los Paises Bajos (Holanda), propusieron en la revista NeuroQuantology que nuestro cerebro, además de ser un órgano de procesamiento ligado a nuestro organismo, con el que intercambia información continuamente, está vinculado al resto del universo a nivel cuántico.
Según Meijer y Geesink, a dicho nivel, nuestro cerebro estaría conectado con campos
cósmicos como el de la gravedad, el de la energía oscura, el de la
energía punto cero o el de las energías de los campos magnéticos de la
Tierra.
Esa «conexión» se daría a través de mecanismos bien
establecidos por la teoría cuántica como el entrelazamiento cuántico
(que vincula a partículas entrelazadas en un contexto de no-localidad
espacio-tiempo) o el efecto túnel cuántico (que se da cuando una
partícula cuántica atraviesa una barrera de potencial que desde el punto
de vista clásico no sería posible).
Meijer y Geesink proponen
que el cerebro podría “comunicarse” gracias a una geometría, conocida
como toroidal (forma de toroide), que básicamente está constituida por
espirales circunscritas en una esfera (podríamos imaginar una especie de
rosquilla para poderlo entender mejor).
Al parecer, el
toroide es la forma que tienen los átomos, los fotones y toda unidad
mínima constitutiva de la realidad. Nuestro cerebro se organizaría
también siguiendo esta estructura, así lo afirman otros investigadores,
no solo estos dos investigadores holandeses.
Esa
coincidencia geométrica es la que permitiría al cerebro acoplarse a los
«campos» que nos rodean, para recibir de ellos información. Gracias a
esto, en nuestra mente se actualizaría, de manera continua, en un
espacio de «memoria global».
Además, el acoplamiento y ajuste
continuos del cerebro a los campos externos, afirman Meijer y Geesink,
permitirían guiar la estructura cortical del cerebro hacia una mayor
coordinación de la reflexión y de la acción, así como hacia una
«sincronía en red», que es la necesaria en los estados de «consciencia
transpersonal». [Jäger, 2006]
Quizá esto pudiera relacionarse con el concepto de “protoconsciencia” de Hameroff y Penrose del que se ha hablado antes; e incluso con la idea de la «matriz de información universal» del paradigma holográfico propuesto por el físico David Bohm. [Bohm, 1980] [Penrose y Hameroff, 2014]
Entonces Meijer va más allá que Penrose en su teoría sobre la consciencia...
ResponderEliminarEs muy interesante ver en su conjunto los trabajos de Bohm, Hameroff, Penrose, Geesink y Meijer.
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